Coro San Andrés Sergio Domingo - El Entrego - Asturias

Biografía Sergio Domingo

(…) Y el pueblo es la popularidad. Esa misma popularidad para la que no caben razones y sí sentires, que las sutilezas van por otros caminos en amor y compaña de cuatro entendidos. La música de Sergio es plural, populista y regionalista hasta quitar el resuello. E inconfundible. Brota de lo hondo del pecho y se atraganta en grito victorioso a Asturias. Es apta para grandes y pequeñas agrupaciones y hasta para el compadreo amable de una tertulia musical.

Patricio Adúriz, El Comercio, 5 -6-1977

Nadie mejor que Patricio Adúriz para comenzar esta breve semblanza sobre Sergio Domingo. A parte de la estrecha amistad que les unió, el propio compositor consideraba a Adúriz su biógrafo, a lo que éste le correspondió con numerosos y elogiosos artículos en la prensa gijonesa durante los años 60 y 70 del pasado siglo XX, en el que fue desgranando la amplia actividad musical desarrollada por Domingo, sus composiciones y su quehacer con y por la música coral. Pretende ser este repaso a la vida del compositor gijonés, un acercamiento a la importancia de su obra, a lo que ha significado y significa todavía hoy dentro del repertorio de muchos coros asturianos.

Y para que se entienda lo que queremos decir, nada mejor que volver a citar a otra persona que lo conoció muy de cerca. Nos referimos a Modesto González Cobas quien tras la muerte del compositor, en 1977, le dedicó unas hermosas palabras en el número dos de la revista de la Federación Coral Asturiana, Axuntábense: “era un excelente catador de la savia popular y de cada dibujo melódico hacía un paisaje, en el cual palpitaban los Ecos de la quintana con todo su encanto y sabor”, y es por ello por lo que “Hoy, en efecto, la música de Sergio Domingo está en el repertorio no sólo de las masas corales asturianas sino en el de las gentes de nuestros pueblos que la cantan en fiestas y romerías”. Este es el verdadero logro de Sergio Domingo, el haber conseguido que su música coral forme parte de la cultura musical popular, una música coral de creación propia en su inmensa mayoría (no basada en el cancionero tradicional), que tiene su verdadera fuerza en una línea melódica que sabe captar todo el lirismo de nuestra música más genuina. El haber conseguido que sus composiciones sean hoy tan conocidas, tan populares, que quien más quien menos, todo el mundo haya cantado alguna de sus obras, en ocasiones sin tan siquiera conocer el nombre de su autor, considerándola como canción popular asturiana.

Aunque a los tres años de edad se trasladó con su familia al barrio de La Arena, Sergio Domingo nació en la Puerta de La Villa un 2 de junio de 1901. Hijo de Robustiano Domingo y Francisca Ramos, fue el quinto de cinco hermanos, todos varones (Eugenio, Vicente, Gonzalo, Juan y Manuel). No fue un músico profesional sino vocacional. Nació en una época en la que la música coral estaba en pleno auge, y por toda la región se creaban numerosas agrupaciones que contribuyeron a dinamizar la vida social y cultural de nuestros principales pueblos y ciudades. Él perteneció a uno de esos coros desde los diecisiete años, el Orfeón Asturiano (uno de los más prestigiosos de aquellos años en Asturias), lo cual le permitió entrar en contacto con el mundo que llenaría su vida totalmente: la música coral. Y poco a poco, además, entraría en contacto con un nutrido número de personajes que eran protagonistas, o lo serán a la vez que él mismo, de la vida cultural de Gijón y de toda Asturias. Pachín de Melás, Felipe Villa, Eladio Verde, José González El Presi, José Manuel Rodríguez, Aurora Sánchez, Antonio Medio…, son algunos ejemplos de los muchos artistas y músicos con los que Sergio Domingo colaborará y ayudará a hacer de Gijón un foco cultural que irradiará su luz por toda la región. Estamos hablando del Gijón industrial de las primeras décadas siglo XX, el Gijón fabril, el de los Ateneos, las sociedades de Cultura e Higiene y otras muchas asociaciones culturales e instituciones que harán de la ciudad y de la región entera un auténtico hervidero cultural ya desde el último tercio del siglo XIX hasta la guerra civil.

La formación musical de Sergio Domingo comienza con el profesor y compositor Bernardo Herrero, con el que estudiará solfeo y piano. Bernardo Herrero fue un importante músico gijonés de principios de siglo. Su nombre aparece ligado a la Banda de Música de Gijón, y a numerosas instituciones y academias de la época donde impartió enseñanza: Colegio San Ramón, de los Hermanos de La Salle, Academia Maya, Asociación Musical Obrera o su propia academia, realizando en todas ellas una amplia labor de formación y difusión musical. La vocación musical de Sergio Domingo y la adquisición de sus primeros conocimientos en este campo de la mano del maestro Herrero, le empujarán a dirigir su primera formación coral. Tras la desaparición, en 1919, del Orfeón Asturiano, un grupo de jóvenes orfeonistas deciden ponerse a las órdenes del que hasta entonces había sido su compañero, y crean una comparsa de carnaval llamada “Los Campesinos Mejicanos”.

Las comparsas de carnaval aparecen ya señaladas por algunos autores como uno de los antecedentes del intenso movimiento coral que tendría lugar en Asturias a partir de las últimas décadas del siglo XIX. Son numerosas las noticias aparecidas en la prensa sobre estas comparsas que nos descubren una forma “espontánea” de organización musical, alejándose así de la estricta formalidad que presidía los orfeones, con sus reglamentos y estatutos. Jorge Uría nos habla de “la constante comunicación interactiva que se da en todo momento entre los niveles de lo espontáneo y lo organizado”, para más adelante señalar a las comparsas de carnaval como parte de “ese sustrato sobre el que se edificó el movimiento coral” (véase Asturias. Historia y memoria coral (1840-1936). Ed. Federación Coral Asturiana, Oviedo, 2001). Un joven Sergio Domingo, con apenas 18 años, aprovechará esta comparsa para dar sus primeros pasos en la dirección coral y realizar ya algún intento como compositor.

El Regimiento de Infantería de Tarragona Número 78 hace su aparición el día 12 de enero de 1919, aunque no se presentará ante el pueblo de Gijón hasta el cinco de julio de ese mismo año, en el paseo de Alfonso XIII. Encuadrado en dicho regimiento, Sergio Domingo realiza el servicio militar, y será cuando conozca a Cándido Sanz, profesor de violín del Conservatorio de Madrid, violín de la Orquesta Filarmónica de Madrid y músico mayor por oposición en el ministerio de la guerra. A partir de entonces, comenzarán duras jornadas de estudio para Sergio, en las que aprenderá armonía, contrapunto y composición.

A partir de aquí, se inicia una verdadera carrera de fondo en la que nuestro protagonista estará presente siempre en primera línea coral, componiendo, fundando y dirigiendo coros. Una actividad frenética en la época más frenética para la creación de coros en Asturias y de la que Sergio Domingo será uno de sus protagonistas principales.

Después de “Los Campesinos Mejicanos”, la siguiente agrupación a la que aparece unido es el coro “Afición”, nacida también como una comparsa en los carnavales de 1922. Sin embargo, en esta ocasión, y ante los éxitos cosechados, se constituirá como agrupación coral pasadas las fiestas, encuadrada dentro de la Sociedad de Cultura e Higiene de Gijón. Durante casi tres años llenará el gran vacío dejado por el Orfeón Asturiano. Llegará a estrenar algunas de las obras más emblemáticas de Sergio Domingo, como Viva el llugar y Jirones del alma. Y será el encargado de inaugurar, musicalmente hablando, la I Feria de Muestras de Asturias, celebrada en el paseo de Begoña en el año 1924. El coro Afición interpretó el Himno Oficial de la Feria de Muestras, que con letra de Agustín de la Villa y música de Sergio Domingo, sonó todos los días que duró el certamen. Y se hará muy popular, sobre todo en sus comienzos, por motivos extramusicales: de forma altruista sus miembros organizarán festivales y otras veladas musicales con el fin de recaudar fondos para distintas causas, la más llamativa la de los “hambrientos rusos”, para los que el coro consiguió organizar un festival en el Teatro Robledo en el que se volcó toda la ciudad, desde el Ayuntamiento, que cedió la Banda de Música, hasta los comerciantes que donaron diversos artículos para su sorteo entre los asistentes al espectáculo.

Tres años más tarde, en 1928, y adscrita a la Juventud Mariana, se crea, también con gran éxito, la Coral Jovellanos. Esta agrupación estrenará obras como Cieguín gaiteru (basada en un poema de Pachín de Melás), Atardecer, Ecos de la Quintana, Viva Asturias, Al despertar la fiesta, Soledad. Podemos señalar como anécdota que en esta agrupación comenzó a cantar José González, El Presi.

La última formación coral ligada a Sergio Domingo antes de la guerra civil son los Coros Asturianos de la Calzada Alta. En realidad, habría que hablar en singular (Coro Asturiano de La Calzada) ya que según nos informa Luis Arrones en su fundamental “Historia Coral de Asturias” lo formaban solamente 18 voces graves. El plural lo entresacamos de la prensa de la época en la que las noticias que hacen referencia a esta agrupación hablan, efectivamente, de los Grandes Coros de La Calzada Alta. Aunque el coro se había formado a finales de los años veinte, dentro de la sección de la Sociedad de Cultura e Higiene de La Calzada Alta, Sergio Domingo se hará cargo de la dirección en el año 1932 y será con esta agrupación con la que coseche enormes éxitos en los teatros de la ciudad, siendo la encargada de interpretar la parte coral de las tres zarzuelas compuestas por su director: Amor Pastoril, La Esfoyaza y Los perdones de San Pedro. Además, será el Coro Asturiano el encargado de estrenar la obra más emblemática de Sergio: Axuntábense.

Es necesario hacer aquí un inciso para hablar de sus zarzuelas. La bibliografía consultada habla efectivamente del término zarzuela refiriéndose a estas tres obras del compositor gijonés, cuando en realidad deberíamos referirnos a ellas como pequeños entretenimientos teatrales con música. Estampas, como se las denominaba en la época. Pequeñas obras de teatro, generalmente en un solo acto, en el que la música se intercalaba con la acción de forma natural, como parte del argumento, cuando no ocurría al revés, es decir, era la propia música la excusa que ayudaba a generar la acción. Lo comprobamos muy fácilmente leyendo las palabras de Pachín de Melás:

             (…)”Viene después el bueno de José Manuel Rodríguez pidiendo que a unas canciones compuestas y ya ensayadas por Sergio Domingo, hiciera una acción para unirlas. Escuchamos las canciones en compañía del dilettante don Antonio Iglesias, nos parecieron, y realmente lo son, muy hermosas y dentro del ambiente. Accedí a la petición de José Manuel y surge la estampa, pequeña cosa denominada La Esfoyaza”.

Patricio Adúriz: Pachín de Melás o el cantor de Asturias. ALSA. Oviedo, 1979

El 8 de mayo de 1934 se estrenará en el teatro Dindurra, Amor Pastoril, con letra de Felipe Villa, y un año más tarde el público de Gijón conocerá el mismo día, un 9 de abril de 1935, y en el mismo escenario, La Esfoyaza y Los Perdones de San Pedro, las dos escritas por Pachín de Melás Todas ellas fueron representadas por la Compañía de Teatro Asturiano de Felipe Villa y, si hacemos caso de las palabras de la prensa, con gran interpretación de los citados Coros de La Calzada Alta.

El terrible trauma que supone la guerra civil marca, como es lógico, un antes y un después en la música coral y en la actividad cultural en general. Aun a falta de realizar un estudio riguroso sobre la historia de nuestros coros en la etapa franquista, podemos traer aquí unas palabras de Leopoldo Rodero, quien en su obra sobre la “Coral Polifónica Gijonesa Anselmo Solar” nos recuerda que el canto coral, y la música en general, no sufrieron una censura tan cerrada como ocurrió en otras artes (literatura, cine, teatro…) o con la prensa, “donde la expresión de las ideas, el reflejo de la vida cotidiana, una cierta protesta de lo cotidiano, pueden ser más patentes”. Si bien las circunstancias son muy distintas a las que se dieron en las tres primeras décadas del siglo, en el que los coros tuvieron un protagonismo indiscutible en el quehacer cultural de ciudades y pueblos, no es menos cierto que las personas tratan de sobreponerse lo más pronto posible y normalizar sus vidas. En este sentido, nuestro compositor seguirá vinculado al mundo coral con el mismo entusiasmo que antes de la contienda.

A partir de los años cuarenta, tenemos constancia de la relación de Sergio Domingo con sociedades corales, no sólo de su ciudad, sino del resto de la región. Una relación que será más estrecha con algunas de estas agrupaciones que con otras, pero ninguna de ellas dejará de sentir la huella que el compositor gijonés marcará en componentes y directores: su vocación y amor por la música coral.

Vamos, sin embargo, a referirnos a dos de ellas solamente. Por un lado, el “Coro Asturiano de Sergio Domingo”, y por el otro, el “Coro Asturiano de La Calzada”. El primero de ellos nace en 1946 y desaparecerá un año y medio más tarde. Corta pero fructífera vida para una formación que a juzgar por las críticas, estaba llamada a metas más altas, tanto por su repertorio como por la calidad de las voces que la formaban. Nace casi sin querer, como un “coriquín de chigre”, dentro de una tertulia de amigos, asiduos clientes de Casa Jenaro, en la calle Anselmo Cifuentes y de la que formaba parte el maestro Domingo. La muerte de José Manuel Rodríguez fue la excusa para improvisar una actuación a modo de despedida- homenaje al popular actor gijonés. Este hecho sería el detonante que marcaría el comienzo “en serio” del que a partir de entonces se llamaría “Coro Asturiano de Sergio Domingo”. Tuvo numerosas actuaciones por toda la provincia en incluso llego a cantar en Madrid en dos ocasiones, dentro de los actos de homenaje que se le tributó en al capital de España al cantante Antonio Medio.  De estas actuaciones madrileñas se hizo eco el musicólogo Nicolás Álvarez Solar-Quintes: “Magníficas las dieciséis voces potentes y jóvenes que concierta con singular acierto Sergio Domingo. (…). De estilo, insuperables. En matices, riquísimos, desde el forte de pechos recios al pianissimo tenue de la lejanía. La afinación perfecta. (…). Todos los efectos y recursos corales expuestos con sencillez, facilidad y dominio.(…)”. El coro desaparecerá por desgracia, a finales de 1947, debido, en palabras de su director, al furor que hizo la emigración a América a finales de la década de los cuarenta. Quedó tan reducido que hubo que disolverlo.

El último coro del que nos queremos ocupar en estas líneas, es uno de los más emblemáticos de Gijón y de Asturias: el Coro Asturiano de La Calzada. Nace en 1968 denominándose al principio “Coro de Tertulias Las Cancelas”, con el objetivo de presentarse al concurso coral que el Ayuntamiento y la Caja de Ahorros organizan en el teatro de la Universidad Laboral. Sergio Domingo no llegó a dirigir nunca el coro. Sin embargo, realizará una labor de tutela, asistiendo a sus ensayos y orientando y ayudando a los directores de la agrupación: primero, Enrique Menéndez Somoano y tras un breve paréntesis en el que se hace cargo de la dirección Antonio Cerezuela, el recientemente desaparecido Mateo Bullón. Con estos directores colaborará estrechamente Sergio Domingo y  acabará uniéndoles una profunda y sincera amistad. Al fin y al cabo, la relación del compositor con este barrio gijonés venía de antiguo, y son muchos de los antiguos componentes de aquellos Coros Asturianos de La Calzada Alta los que conformarán la nueva agrupación.

Podríamos seguir escribiendo sobre coros y Sergio Domingo mucho más. Pero sería imposible desarrollar aquí toda esa amplísima trayectoria. No podemos, no obstante, dejar de recordar la relación de Sergio con nuestro

coro y el verdadero motivo por el que estas líneas aparecen en esta web. Arsenio Fernández, “El Polenchu”, cantante de tonada, natural de El Entrego y que había conocido a Sergio en algún concurso de tonada en el que los dos coincidieron como jurado, le habla de un grupo de jóvenes que acababa de fundar un pequeño coro, el Coro San Andrés, en el cual cantaba un hijo del Polenchu, Arsenio también como su padre (el cual fundaría también años más tarde el famoso Cuarteto Torner). Sergio empieza a acudir a los ensayos del coro para supervisar los ensayos, aconsejarles y ayudarles en todo lo que pudiese. Y se establece una estrecha relación entre aquellos jóvenes entusiastas y el compositor gijonés.

Quiso la desgracia que en octubre de 1977, el mismo día en el que el coro le rendía un homenaje en el teatro Sindical de El Entrego, el compositor fallecía en el Hospital Central de Asturias tras complicársele una peritonitis. La noticia cayó como un jarro de agua fría entre los asistentes al homenaje. Los componentes del coro, acordaron desde aquel día, añadir el nombre de Sergio Domingo al suyo y desde entonces el coro de El Entrego se llama Coro San Andrés-Sergio Domingo.

La gran labor como animador del mundo coral asturiano que le llevó a dirigir, fundar, colaborar y ayudar a una amplia nómina de agrupaciones, de las que las aquí nombradas no son más que unas pocas, (las más emblemáticas e importantes a él ligadas) se terminó aquel fatídico octubre. Pero ya que abríamos esta semblanza con unas palabras cariñosas de Patricio Adúriz y Modesto G. Cobas queremos cerrarlas de nuevo con este último como un pequeño homenaje a quién tanto hizo por nuestra música coral:

Sergio Domingo había hecho verdad aquello de que el terruño es la patria del corazón y lo cantaba como lo sentía, sin preocuparse demasiado de técnicas depuradas y complejas de armonización (…) cuidando en cambio el dibujo melódico, siempre de inspiración feliz y fácilmente asequible; como amaba él al terruño, por instinto, con espontaneidad y, si se quiere, ingenuamente. Esto, todo esto, lo sabía decir Sergio con su sello para dejarnos en el aire un perfume, una perspectiva, una dulce resonancia equivalente a una certera sugestión del paisaje hecho carne y espíritu.